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Cómo apoyar a las comunidades para que logren un hábitat sostenible -- Habitat for Humanity Int'l 1

Cómo apoyar a las comunidades para que logren un hábitat sostenible

Por Mónica Ramírez

 


Claudio Barga (a la derecha), coordinador de proyectos de Varjada, Brasil, preside una reunión comunitaria. Hábitat para la Humanidad América Latina y el Caribe está ampliando el concepto de participación comunitaria con el fin de trabajar con las comunidades como socia en aquellos proyectos que alcanzarán nuevas metas de desarrollo. ©Habitat para la Humanidad/Ezra Millstein

   


Hace poco, varios colaboradores de Hábitat para la Humanidad América Latina y el Caribe, pasamos un tiempo trabajando con un grupo de voluntarios en Tejarcillos, una barriada cerca del centro de San José, Costa Rica.

Nuestra tarea consistió en ayudar a que la propietaria, Yahira, reemplazara la vivienda inadecuada donde vivía con sus seis hijos, por una casa mejorada, construida con paneles prefabricados. Aunque nos sentimos satisfechos con la tarea, también nos dimos cuenta de que fue como un grano de arena en el desierto, en comparación con las otras 400 familias que viven en la comunidad de Yahira con las mismas necesidades.

Ante los riesgos inminentes que ellas enfrentan (aludes de barro causados por lluvias intensas, riesgos a la salud de los niños provocados por falta de sistemas de agua potable y servicios sanitarios), el potencial de una catástrofe en la comunidad era indiscutiblemente patente.

Con el fin de crear intervenciones más sostenibles e integrales Hábitat para la Humanidad está aprendiendo que la tarea de procurar una vivienda adecuada, con estándares de calidad mínimos, demanda que pasemos de la construcción de casas a la participación y apoyo, cuando sea posible, en lo que llamamos la “producción social” de la vivienda; es decir, el proceso por el cual las comunidades resuelven sus propios problemas habitacionales paso a paso.

Hay ejemplos de organizaciones nacionales de Hábitat para la Humanidad que se comprometen con la comunidad para formular intervenciones habitacionales importantes, además de la casa misma.

Por ejemplo, el brindar asistencia para garantizar una tenencia segura, capacitar a las familias en técnicas de construcción y educación financiera y empoderar a las comunidades para que aboguen por mejores condiciones de saneamiento. Sin embargo, hace poco tiempo que comenzamos a reconocer y clasificar estas intervenciones “adicionales” como servicios de acceso a la vivienda. En América Latina y el Caribe, Hábitat propone integrar y prestar los servicios de acceso a la vivienda dentro de un ciclo de gestión de hábitat que sea sistemático y basado en la comunidad.

Los servicios de acceso a la vivienda transfieren capacidades a las comunidades, a los aliados de proyectos y a los voluntarios al brindar soluciones habitacionales y apoyar el desarrollo de asentamientos sostenibles. Dicho enfoque permite la inclusión de otros aliados y voluntarios que pueden participar mediante aportes complementarios a los proyectos y servicios comunitarios (tanto tangibles como intangibles), y que no están exclusivamente relacionados con las actividades de construcción. Esto crea vínculos importantes y solidarios entre las comunidades y a través de fronteras geográficas y sociales.

En América Latina y el Caribe, planteamos el Ciclo de Gestión de Hábitat como un proceso por medio del cual los prestadores de servicios de acceso a la vivienda se comprometen a prestar un apoyo sistemático a las comunidades y asentamientos durante periodos prolongados. Para prestar servicios de asistencia relevantes a sus necesidades, el proceso comienza cuando la organización nacional de apoyo se familiariza con los esfuerzos realizados por la propia comunidad para mejorar sus condiciones habitacionales, y con otros actores presentes e interesados en participar en el proceso.

El primer paso consiste en comunicarse con los dirigentes y organizaciones de la comunidad para establecer una relación que abra las puertas a un trabajo estructurado adicional con los individuos de dicha comunidad. Para ello, se necesita de un proceso paciente orientado a ganar la confianza de los grupos de interés local y permitirles validar a Hábitat como una organización experta en vivienda y socialmente comprometida. Se requiere por tanto del diálogo y de negociaciones para llegar a acuerdos que construyan una relación en la que ambas partes (Hábitat y la comunidad) asuman responsabilidades declaradas.

El segundo paso consiste en evaluar detalladamente las necesidades habitacionales dentro del asentamiento, la situación socioeconómica de cada familia y las deficiencias del mercado local de la vivienda. Esto se puede realizar por medio de cualquiera de las herramientas de evaluación disponibles en Hábitat u otras instituciones; por ejemplo, la Evaluación de Necesidades de Capacidades y Vulnerabilidades y la Evaluación y Mapeo del Mercado de Emergencia (VCA y EMMA por sus siglas en inglés, respectivamente).

La evaluación de necesidades se debe realizar en forma participativa. La estrategia de respuesta se debe describir en un plan de acción, formulado junto con la comunidad, que incorpore la variedad de servicios de asistencia habitacional que requiere la comunidad para superar los obstáculos en el acceso a mejores condiciones de vivienda para las familias.

Esto implica generar servicios, productos de construcción y mejoras que estén adaptados a las necesidades y capacidad económica de las familias, y prestarlos durante un periodo suficientemente largo para acompañarlas en su camino a la permanencia. Dentro de este modelo, Hábitat ayudará a que la comunidad se relacione con otros aliados para satisfacer otras necesidades, y encauzar los recursos de distintas fuentes para implementar acciones complementarias e integradas para un asentamiento sostenible.

Una vez implementados, los servicios de acceso a la vivienda también deben contribuir a la generación de capacidades para la organización, así como para la gestión y producción social del asentamiento y de las viviendas. De este modo, contribuiremos a empoderar a la comunidad para continuar proveyéndose nuevos servicios y proyectos que permitan a más familias disfrutar de un entorno más habitable y sostenible.

El enfoque de una gestión integral de los asentamientos centrado en las comunidades demanda que Hábitat trabaje con la comunidad y otros grupos de interés como un aliado y colaborador. En otras palabras, debemos renunciar a la necesidad de ser dueños del proceso de principio a fin. En cambio, tendremos que aumentar las habilidades, conocimientos y capacidad que fortalecerán los servicios prestados a las comunidades.

En general, serán las familias y comunidades las que asignen las prioridades mientras que la función de Hábitat será apoyarlas y facilitar el proceso. Por ello, es importante empoderar a las comunidades para obtener viviendas adecuadas y sostenibles y además, empoderar a cada familia y a la comunidad en su conjunto para fijar y lograr nuevas metas para el desarrollo.

Aunque nuestras actividades son demasiado recientes para demostrar un proceso a largo plazo, tenemos confianza en que los servicios de acceso a la vivienda se convertirán en el catalizador clave para Hábitat en su misión de ayudar a que las familias y comunidades resuelvan sus problemas de vivienda.

Estos servicios agregan un valor específico a las prestaciones que deseamos proporcionar, y que están de acuerdo con las enseñanzas de Jesucristo, al empoderar a la gente para que habite una vivienda adecuada y logre un entorno enriquecedor para el progreso individual y el desarrollo colectivo.

Mónica Ramírez es Directora de Vivienda y Asentamientos Humanos de la oficina regional de Hábitat para la Humanidad América Latina y el Caribe.