Voluntarios ayudan a lanzar un proyecto de construcción en Argentina
Equipo de Aldea Global es el primero en ofrecer trabajo de voluntariado en nuevo proyecto puesto en marcha por Habitat para la Humanidad Argentina y la Asociación Cultural para el Desarrollo Integral.
SANTA FE, Argentina (18 de abril, 2012) – Un grupo de 18 voluntarios provenientes de Estados Unidos, Canadá, Bermuda y Malasia recientemente se convirtieron en el primer equipo en participar en el nuevo proyecto de Habitat para la Humanidad Argentina, Villa del Parque, Barracitas Sur y Villa Oculta en la ciudad de Santa Fe.
En el 2003 los primeros proyectos de la organización en la localidad de Santa Fe se completaron, además se lograron mejoras notorias en la ciudad de Recreo. Desde entonces, la organización ha recibido a 26 brigadas internacionales a través del programa Aldea Global de Hábitat. Este año, Habitat Argentina lanzó una nueva alianza con la Asociación Cultural para el Desarrollo Integral (ACDI), una organización local que ayuda a las familias en los vecindarios de Villa del Parque, Barranquitas Sur y Villa Oculta.
En el área surgieron numerosos asentamientos debido a un espontaneo arrebato de tierra y cuenta con dos condiciones precarias. Una parte está declarada por el gobierno como reserva ecológica, como se encuentra en el banco de Paraná y es susceptible a inundaciones. Los demás vecindarios fueron construidos sobre botaderos de basura. Con el afán de transformar las vidas de las personas viviendo en estas condiciones desafiantes, Habitat para la Humanidad Argentina invitó a la primera brigada para involucrar y brindar a los residentes locales espíritu de cooperación mutua.
El sitio de construcción que esperaba a los voluntarios internacionales el primer día de trabajo se encontraba ubicado en uno de los callejones, el cual era ahora puro lodo debido a la lluvia de la noche anterior, seguido de una caminata de diez minutos por basura recién esparcida. Varios de los voluntarios habían trabajado anteriormente con Habitat para la Humanidad en países como Rumania, Portugal, Brasil, Estados Unidos y Canadá. Sin embargo, las condiciones que enfrentaron en este lugar eran únicas. La expresión vivienda inadecuada era obvia, muchos de los voluntarios consideraban que la palabra “precarios” se quedaba corta para describir el lugar. Muchas familias tenían de cuatro a nueve personas viviendo juntas en casas de una sola habitación. Las paredes estaban hechas de latas corrugadas, ladrillos quebrados, bloques de construcción y piezas encontradas en la basura. Las puertas eran pocas y distanciadas, al entrar a la mayoría de las casas, uno era recibido por la oscuridad debido a la falta de ventanas y electricidad.
A pesar de los desafíos, el equipo fue recibido por familias que estaban dispuestas a poner sus manos a la obra y comenzar a trabajar con los primeros norteamericanos que jamás habían conocido. Los niños sonreían alegremente detrás de las piernas de sus padres, tímidos pero ansiosos de conocer a las nuevas personas que habían llegado a sus puertas. Después de acercarse a las familias con una sonrisa y un tímido “hola” los voluntarios comenzaron a ayudar en lo que pudieron.
La brigada logró registrar más de 250 horas de trabajo voluntario en obras de construcción y actividades de desarrollo. Trabajando junto a tres familias diferentes, el equipo ayudó a construir una “Casa Semilla” y avanzó en dos “Mejoras Progresivas”. Parte de su trabajo consistía en cavar dos fosas sépticas, una de las cuales se le llegó a llamar cariñosamente “el hueco”. El equipo pasó tres días de trabajo agotador bombeando agua, barro y basura para así dar paso a los anillos de cemento que se convertirían en la estructura de soporte. Se movieron más de 3.000 ladrillos y un sin número de cargas de cemento, arena y roca; se sentaron las bases para una futura sala de estar, se demolió una pared y se comenzó a levantar una nueva. También se pintaron ocho ventanas y tres piezas de mobiliario en el centro comunitario, se ayudó con la instalación de un techo nuevo, e instalaron la plomería para un nuevo baño. Además, el equipo pasó una mañana con los estudiantes de la escuela local, ayudándoles a pintar reyuelas y participando en otros juegos en el patio.
Además del trabajo físico los voluntarios rápidamente se hicieron amigos de la gente local, compartiendo Mate argentino y algunas historias a lo largo del camino. Al final se observó que la experiencia les había abierto los ojos a una realidad Argentina distinta y que el trabajo realizado los desafió a ver sus propias vidas de una nueva manera.
Varios voluntarios indican que el viaje les cambió la vida, debido a la interacción social que sostuvieron con los miembros de la comunidad; mientras que las familias de la zona describieron la experiencia como una transformación, por lo que habían logrado aprender. Habitat llama a eso: éxito.
Courtney es una voluntaria a largo plazo de Habitat para la Humanidad Argentina.
Acerca de Hábitat para la Humanidad
Hábitat para la Humanidad Internacional es una organización no gubernamental de vivienda con bases cristianas, que reúne a personas de todas las etnias, nacionalidades y religiones a construir viviendas, comunidades y esperanza. Desde 1976, Hábitat ha servido a más de 500.000 familias en el mundo, construyendo y mejorando viviendas; promoviendo políticas de vivienda justas y proveyendo capacitación y acceso a recursos para apoyar a las familias en el mejoramiento de sus viviendas.
Hábitat para la Humanidad abrió sus puertas en América Latina y el Caribe (ALC) por primera vez en 1979. Desde aquel entonces, ha facilitado acceso a más de 100.000 soluciones habitacionales a familias de bajos recursos en la región.