Don Juanito y la felicidad de una vivienda híbrida

Don Juanito es un agricultor guatemalteco que vivía en una vivienda en condiciones precarias y tras reencontrarse con Hábitat Guatemala tras 20 años de conocerlos, encontró esperanza en la organización y con mucho esfuerzo, logró mejorar su hogar hasta tener hoy una vivienda híbrida, segura y digna.

Don Juanito y la felicidad de una vivienda híbrida

Juan José de 51 años, más conocido como don Juanito, vive en San Agustín Acasaguastlán en Guatemala. Hace 20 años conoció a Hábitat para la Humanidad Guatemala a través de un proyecto para el que fue contratado para limpiar los lotes en donde se construirían 32 casas.

20 años después, la vida lo reconectó con Hábitat, pero esta vez no fue para trabajar, sino para solicitar un mejoramiento para su vivienda, desde la cual vivía en condición precaria y sin acceso a servicios básicos.

Don Juanito subsiste de trabajos de agricultura principalmente, y trabajos de construcción esporádicamente; con sus ingresos no lograba ahorrar lo suficiente para poder hacer la inversión para realizar las mejoras que su casa necesitaba.

Cuando se reencontró con Hábitat, encontró en el Programa de apoyo a la extrema pobreza -PAEP- la solución para mejorar su vivienda. Primeramente, las mejoras se concentraron en sustituir el piso de tierra por concreto; sin embargo, las paredes de la casa corrían el riesgo de caerse, pues estaban sostenidas por unos trozos de madera. Ante esto, Hábitat decidió brindarle una vivienda híbrida para que así, finalmente, tuviese un lugar seguro al cual llamar hogar.

Las viviendas híbridas de Hábitat Guatemala se caracterizan por estar construidas con concreto y otros materiales, de ahí su nombre. Estas viviendas, de alta calidad y bajo costo, están disponibles mediante un esquema de financiamiento social con cuotas mensuales asequibles, comenzando desde aproximadamente US$57. Su estructura incorpora concreto con bloques de 25 kg, paneles de fibrocemento o Durock, paredes laterales metálicas, láminas de aluzinc, puertas metálicas y pisos de concreto. Cada casa consta de dos dormitorios, un pasillo, un baño y además, se incluye en la vivienda un filtro purificador de agua y una estufa ahorradora de leña.

Estas viviendas buscan mejorar la calidad de vida de las familias guatemaltecas que no poseen una vivienda segura con las condiciones mínimas de habitabilidad, quienes además no poseen una capacidad económica para acceder a un plan de financiamiento tradicional para vivienda.

Mi casita era de bahareque de palma. Hubo un techo que tenía adobe y un techo de bahareque. Pero todo se me arruinó y no hallaba cómo repararla. Pero al fin de tanto, Hábitat se puso a sus órdenes con esa ayuda…Hoy con la ayuda de ustedes, con la ayuda de Dios, la tengo aquí. Hay familias que no tienen cómo tener una casa como la que tengo yo. Sí, gracias a ustedes, no tengo cómo pagarles, esa ayuda que vinieron a darme viene muy bien y espero en Dios que sigamos adelante. Y espero en Dios que los acompañe en sus caminos a ustedes también”, comenta don Juanito agradecido.

Don Juanito junto a colaboradores de Hábitat que lo guiaron para poder construir su vivienda híbrida

Don Juanito junto a colaboradores de Hábitat que lo guiaron para poder construir su vivienda híbrida.

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Don Juanito y la felicidad de una vivienda híbrida
Don Juanito y la felicidad de una vivienda híbrida

Don Juanito

Felicidad de una vivienda híbrida

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Don Juanito y la felicidad de una vivienda híbrida

Agua limpia en casa

Cada vez que Guadalupe o alguno de sus hijos necesitaban tener acceso al agua, debían caminar para llegar al río más cercano para ahí bañarse o recolectar un poco de agua y llevarla hasta su casa. Ella vive con su familia en Distrito Nueve, en Cochabamba, Bolivia, zona sur periurbana del país en donde el déficit al acceso al agua potable es significativo, especialmente en los asentamientos informales, donde la provisión se efectúa mayormente mediante camiones cisterna, conocidos como “aguateros”.

Conozca su historia.

Agua limpia en casa

Cada vez que Guadalupe o alguno de sus hijos necesitaban tener acceso al agua, debían caminar para llegar al río más cercano para ahí bañarse o recolectar un poco de agua y llevarla hasta su casa. Ella vive con su familia en Distrito Nueve, en Cochabamba, Bolivia, zona sur periurbana del país en donde el déficit al acceso al agua potable es significativo, especialmente en los asentamientos informales, donde la provisión se efectúa mayormente mediante camiones cisterna, conocidos como “aguateros”.

Cuando Guadalupe lograba reunir dinero para comprar agua, los aguateros le cobraban el litro a un precio ocho veces más elevado que el del mercado. Además, la calidad del agua no era la adecuada porque provenía de fuentes no potables y su almacenaje no era el correcto. 

“Íbamos al río porque no teníamos baño (en la casa). Mis hijos caían porque hay piedras resbalosas. Mi hija está mal de la vista y venía con su rodilla toda lastimada. Yo oraba a Dios: por favor, necesito baño”, comenta Guadalupe.

Como esta, muchas familias bolivianas carecen del acceso al agua e instalaciones de saneamiento en su casa. Ante esta realidad, Hábitat para la Humanidad Bolivia creó un proyecto de agua, saneamiento e higiene para brindar a las comunidades vulnerables sanitarios sostenibles que permitan mejorar tanto la salud como su higiene y, a su vez, generar un acceso al agua capaz de reutilizar y optimizar el uso del bien natural a través de sistemas innovadores e inteligentes que favorezcan la eficiencia hídrica.

Con el programa llamado Mujeres construyendo comunidades sostenibles, reciclando el agua, Hábitat logró brindar acceso a agua y saneamiento a 60 familias en situación de vulnerabilidad, especialmente a familias con mujeres jefas de hogar. Para participar en el proyecto, cada familia debía recolectar al menos 120 botellas plásticas y 12 neumáticos en desuso.

Hábitat construyó módulos sanitarios compuestos por un baño, lavamanos y ducha, con sistema de reúso de aguas en zonas periurbanas ubicados en los distritos ocho y nueve de la zona Sur de la ciudad de Cochabamba, Bolivia. También se brindó, principalmente a las mujeres, la autonomía para hacer mejoras constructivas en su hogar con una formación en plomería la cual les da, además, una nueva ocupación laboral.

Agua limpia en casa

Con este proyecto, se logró un ahorro familiar de al menos USD$250 y 50.000 litros de agua por año, gracias al uso más eficiente. A su vez, se brindaron capacitaciones sobre higiene familiar para reducir el riesgo a enfermedades.

“Ahora Dios ha escuchado mi oración y ya tengo baño. Mi familia ha cambiado, mis hijos están felices, ya se bañan, cada día se bañan. Estamos muy felices”.
— Guadalupe, de Bolivia
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Agua limpia en casa
Agua limpia en casa

Agua limpia en casa

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Agua limpia en casa

La luz de un hogar seguro

Había muchas cosas que a Jessica no le gustaban del apartamento donde solía vivir con su madre y su abuela en La Boca, Argentina: las ratas que vivían en el techo hacían mucho ruido y no las dejaban dormir en las noches, el agua que tenían no era potable y, además, el apartamento apenas las protegía del clima.

Conozca su historia.

La luz de un hogar seguro

Había muchas cosas que a Jessica no le gustaban del apartamento donde solía vivir con su madre y su abuela en La Boca, Argentina: las ratas que vivían en el techo hacían mucho ruido y no las dejaban dormir en las noches, el agua que tenían no era potable y, además, el apartamento apenas las protegía del clima.

En los días de lluvia, el agua se metía a la casa. “No nos alcanzaban los baldes ni las ollas”, cuenta Jessica mientras recuerda cómo recolectaban el agua que caía por las goteras. En invierno, la casa era totalmente fría y, en verano, las maderas se calentaban, lo cual creaba un ambiente insoportable.

Además, la poca cantidad de agua que tenían para el baño y la cocina no era potable, por lo que no podían tomarla, ni usarla para cocinar o lavar la ropa. Sin embargo, lo que más le molestaba a Jessica era lo oscuro que era el apartamento y cómo no era seguro para su madre Esther y su abuela Amelia.

Esther tiene una discapacidad visual y vivía con el miedo constante de tropezar con cosas en el apartamento poco iluminado. Por su parte Amelia, quien tiene movilidad limitada, pasaba la mayor parte del día en la oscuridad de su cuarto.

Agotadas de vivir en una vivienda con esas condiciones, durante cuatro años buscaron una casa segura para mudarse, pero no encontraban una que pudiesen pagar o que estuviera en buenas condiciones.

Su situación es la misma que viven miles de argentinos. En el país, la falta de acceso al alquiler formal es uno de los principales problemas habitacionales en algunas ciudades donde este mercado se caracteriza por solicitar una serie de requisitos de ingresos difíciles de cumplir para un porcentaje importante de la población, ya que gran parte de la economía argentina es informal.

En Buenos Aires, alrededor de cien mil personas deben recurrir al mercado informal de alquiler para evitar quedarse sin vivienda. Prácticamente, sus únicas opciones de casa son habitaciones en pensiones, conventillos o residencias, que están fuera de todo tipo de control y regulación, por lo que suelen estar en pésimas condiciones, lo cual pone en riesgo la salud y la calidad de vida de sus inquilinos.

A pesar de esta realidad, Jessica y su familia no se dieron por vencidas. Un día, una amiga les contó sobre Hábitat para la Humanidad Argentina y el edificio Estela de Esperanzas; un proyecto de alquiler supervisado de Hábitat construido hace casi 10 años en un antiguo hotel/pensión. Está compuesto por nueve departamentos donde las familias acceden a una vivienda segura con un alquiler asequible, por un período de tres años, que es la duración normal de los contratos de alquiler en el mercado formal argentino.

Las nueve familias que habitan en Estela de Esperanzas cuentan con un subsidio gradual sobre el costo del alquiler que se reduce anualmente y, además, tienen la oportunidad de participar de capacitaciones en empleabilidad y emprendedurismo desarrolladas por Hábitat Argentina a través de alianzas con otras organizaciones.

Al escuchar toda la información, Jessica y su familia sintieron la alegría e ilusión de tener por fin una oportunidad real para encontrar un nuevo hogar. Rápidamente presentaron la solicitud formal y poco tiempo después, fueron informadas de que habían sido seleccionadas para mudarse al edificio.

“Fue una luz de esperanza”, asegura Jessica.

Su nuevo hogar tiene un dormitorio, un salón, un baño completo, un bonito balcón y muchas ventanas en todas las zonas de la casa con una gran luz natural. “Salir de esa oscuridad y venir a esta luz fue algo… ¡algo tan lindo!” confiesa Jessica.

Ahora pueden bañarse con agua limpia y caliente en vez de tener que comprarla, pueden cocinar sin preocupaciones en invierno y duermen toda la noche sin el ruido de las ratas.

“A las familias que están en la misma situación que estábamos nosotros les decimos que no pierdan la esperanza”
— Jessica, de Argentina.
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La luz de un hogar seguro
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La luz de un hogar seguro

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La luz de un hogar seguro

Construyendo una nueva vida en Brasil

Andrea vive en la comunidad de Heliópolis, en Sao Paulo, Brasil, desde hace muchos años. Es madre soltera y luchó mucho para criar sola a sus cuatro hijos. Hoy vive con ellos y sus dos nietos.

Conozca su historia.

Construyendo una nueva vida en Brasil

Andrea vive en la comunidad de Heliópolis, en Sao Paulo, Brasil, desde hace muchos años. Es madre soltera y luchó mucho para criar sola a sus cuatro hijos. Hoy vive con ellos y sus dos nietos.

Anteriormente, su casa era de madera y tenía una sola habitación. El techo estaba dañado, por lo que el viento e insectos ingresaban al hogar todos los días y, cuando llovía, su casa se inundaba. La vivienda no contaba con baño, sino que la familia compartía uno en condiciones precarias y prácticamente sin privacidad con cuatro familias vecinas. Al crecer en esta vivienda, la salud de la familia se veía comprometida ya que enfermaban con facilidad.

Andrea tenía claro que, en esta vivienda, la salud de su familia estaba desprotegida. Esto le robaba su paz y era una gran preocupación en su cabeza, principalmente por sus nietos pequeños.

Ella siempre soñó con dejar su casa de madera y construir una vivienda segura, con un baño privado, para uso exclusivo de su familia, donde sus hijas se sintieran cómodas y cada miembro tuviese la privacidad necesaria; pero este sueño no era compatible con sus ingresos mensuales. Cuando se enteró del trabajo que Hábitat para la Humanidad Brasil hacía en el país, su vida cambió. 

“Me dieron la oportunidad de empezar de nuevo. ¡Me dieron la esperanza de construir una nueva vida con mis hijos y nietos!”
— Andrea. Brasil

Luego de los trámites, y tras mucha paciencia, un día su casa de madera fue derribada para construir su nuevo hogar. Hoy su familia tiene un lugar seguro al cual llamar hogar, construida con ladrillos y concreto, compuesta de dos habitaciones y un baño, desde donde Andrea cuida la salud de su familia y construyen juntos un mejor futuro.

Su vivienda es una de las 700 viviendas en condición de vulnerabilidad que han sido mejoradas o construidas en la comunidad de Heliópolis gracias al trabajo de Hábitat Brasil.

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Una nueva vida

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